miércoles, 30 de mayo de 2012

ARBIZÚ Y MEBIUS


Lo que Francisco Arbizú dijo de MEBIUS en 1976
Entrevista a Francisco R. Arbizú en 1976 hecha por Enrique Barillas para una tarea de Instituto de Superación Ministerial de Las Asambleas de Dios. Kike obtuvo su licenciatura en Educación Cristiana EN 1978. Esta tare sirvió para obtener las 106 unidades valorativas para acreditarse la licenciatura.
Francisco Arbizú: Llegué a conocer el evangelio durante la convalecencia de una grave enfer-
medad. En 1918 me llegó el libro titulado “La Historia de la Iglesia”. Un libro católico que ahora ya no existe, allí se encuentra el relato de cómo Dios salvó al pueblo de Israel. Me llamó la curiosidad y me impacto de tal manera que sentí que Dios me estaba llamando. Quedé  muy impresionado a favor de la obra del Señor. Cuando regrese a trabajar fui a un taller de zapatería, allí laboraba un hermano evangélico y empezó a hablarme de Dios.
En ese tiempo no había iglesias evangélicas, él era ya creyente; los que aceptaban a Cristo no tenían congregaciones sino que eran simplemente libres. Para esos días sólo éramos un grupito de hermanos que estábamos en Santa Ana, nos congregamos en los cuartos de unos mesones grandes. En la sala se hacían los cultos, en uno de ellos recibí la promesa del Espíritu Santo, demás ya lo tenían. Eran cultos muy alegres, se sentía la presencia de Dios. En el volcán de Santa Ana, la obra estaba bastante crecida. En el cantón de Calzontes Abajo y Lomas de San Marcelino - Cerro Verde -  había otra congregación; así como en la Hacienda de los Naranjos, en Sonsonate. Esas congregaciones no tenían pastor, eran solitos; sólo se reconocían como ancianos a los que eran más antiguos de ser creyentes.
EB: ¿Se bautizó luego con los hermanos?FA: No, no muy luego hasta que vinieron los mis-ioneros de Estados Unidos.
EB: ¿Cuándo tuvo la primera entrevista con el hermano Federico Mebius?
FA: Yo creo que fue en las Lomas de San Marcelino, porque allá vivía él. Nosotros íbamos seguido a celebrar cultos, pues en ese entonces las Lomas de San Marcelino, era algo así como un centro, donde los hermanos llegaban a congregarse anualmente para los días de Semana Santa. Así como hoy, celebramos la Conferencia Anual. Nadie los dirigía o capitaneaba, sino que ellos iban para allá como una confraternidad. Lo hacían espontáneamente inspirados por el Espíritu Santo. Era aquello muy alegre, no tenían himnario de himnos selectos, pero si muchos himnarios pequeños, y con él que se encontraba a la mano con ese se cantaba.
EB: ¿Qué pasó después?
FA: Después de esto sentí el llamamiento y la inspiración, pero en ese tiempo la mayor parte se convertían en predicadores. La mayoría que llegaba se inspiraba y predicaba, esto es como un testimonio.
EB: ¿Antes de ir a Estados Unidos no fue pastor?
FA: No, pues como le digo, no habían pastores; todos se consideraban líderes, entre ellos, algunos sobresalían, ya que podían hablar mejor y tenían palabras para el mensaje, pero no había ningún reconocimiento como pastor.
EB: La revista de la Luz Apostólica ¿Quién se la proporcionó?
FA: Me la dio un sastre de Loma Chata, pero parece que él escribió a Estados Unidos y a Chico Sánchez se las mandaron; éste las repartió. En la revista había fotos de los bautizos que hacían en los ríos, también se veía como las iglesias estaban organizadas con pastores Quizá un poco cansado el Hno. Arbizú espera a que unos hermanos reparen un tramo de la calle, para que pase el vehículo que los conducirá  al Cantón El Coyolito, en Cha-latenango.y misioneros, eso despertó la inquietud de darle a la obra esa misma orientación. Once años atrás de que yo ingresará había entrado un misionero de Canadá, Federico Mebius, nos hicimos amigos. Cuando él pasó por Estados Unidos, sintió el llamado de venir a estos lugares, no lo envió ninguna misión; en ese tiempo los misioneros salían por cuenta propia.
Él no podía mucho el español, solo unas poquitas palabras como Aleluya, Gloria a Dios, sal-taba, brincaba y oraba, cuando él gritaba de alegría ¡Aleluya! o ¡Gloria a Dios! los hermanos recibían la promesa del Espíritu Santo. Cuando vino aquí estaba bastante joven y soltero.
EB: ¿Alguien le sugirió, que viajara a Estados Unidos, o nació de usted?
FA: Bueno, cuando vi las fotos me emocioné y el misionero Mebius me dijo: Mire así se tra-baja en aquellos países. Nosotros aquí no estamos haciendo nada. Allá hay organización; entonces le dije que sería conveniente ir a ver como ellos  trabajaban. Fue así como nació la idea de viajar y tomar los mismos métodos, prácticamente no teníamos orientación. El hermano Mebius me animó para que fuéramos, hasta me dio una carta para que hablara con el Hno. Henry C. Ball, quien era el Superintendente de las Asambleas de Dios en América Latina, pero el hermano sólo me entusiasmó y no me ayudó económicamente. Para realizar mi viaje tuve que vender un tallercito de zapatería en el cual laboraban unos 20 operarios. 

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