Lo
que Francisco Arbizú dijo de MEBIUS en 1976
Entrevista
a Francisco R. Arbizú en 1976 hecha por Enrique Barillas para una tarea de
Instituto de Superación Ministerial de Las Asambleas de Dios. Kike obtuvo su
licenciatura en Educación Cristiana EN 1978. Esta tare sirvió para obtener las
106 unidades valorativas para acreditarse la licenciatura.
Francisco
Arbizú: Llegué a conocer el evangelio durante la convalecencia de una grave
enfer-
medad.
En 1918 me llegó el libro titulado “La Historia de la Iglesia”. Un libro
católico que ahora ya no existe, allí se encuentra el relato de cómo Dios salvó
al pueblo de Israel. Me llamó la curiosidad y me impacto de tal manera que
sentí que Dios me estaba llamando. Quedé
muy impresionado a favor de la obra del Señor. Cuando regrese a trabajar
fui a un taller de zapatería, allí laboraba un hermano evangélico y empezó a
hablarme de Dios.
En ese
tiempo no había iglesias evangélicas, él era ya creyente; los que aceptaban a
Cristo no tenían congregaciones sino que eran simplemente libres. Para esos
días sólo éramos un grupito de hermanos que estábamos en Santa Ana, nos
congregamos en los cuartos de unos mesones grandes. En la sala se hacían los
cultos, en uno de ellos recibí la promesa del Espíritu Santo, demás ya lo
tenían. Eran cultos muy alegres, se sentía la presencia de Dios. En el volcán
de Santa Ana, la obra estaba bastante crecida. En el cantón de Calzontes Abajo
y Lomas de San Marcelino - Cerro Verde -
había otra congregación; así como en la Hacienda de los Naranjos, en
Sonsonate. Esas congregaciones no tenían pastor, eran solitos; sólo se reconocían
como ancianos a los que eran más antiguos de ser creyentes.
EB: ¿Se
bautizó luego con los hermanos?FA: No, no muy luego hasta que vinieron los
mis-ioneros de Estados Unidos.
EB:
¿Cuándo tuvo la primera entrevista con el hermano Federico Mebius?
FA: Yo
creo que fue en las Lomas de San Marcelino, porque allá vivía él. Nosotros
íbamos seguido a celebrar cultos, pues en ese entonces las Lomas de San
Marcelino, era algo así como un centro, donde los hermanos llegaban a
congregarse anualmente para los días de Semana Santa. Así como hoy, celebramos
la Conferencia Anual. Nadie los dirigía o capitaneaba, sino que ellos iban para
allá como una confraternidad. Lo hacían espontáneamente inspirados por el
Espíritu Santo. Era aquello muy alegre, no tenían himnario de himnos selectos,
pero si muchos himnarios pequeños, y con él que se encontraba a la mano con ese
se cantaba.
EB: ¿Qué
pasó después?
FA:
Después de esto sentí el llamamiento y la inspiración, pero en ese tiempo la
mayor parte se convertían en predicadores. La mayoría que llegaba se inspiraba
y predicaba, esto es como un testimonio.
EB:
¿Antes de ir a Estados Unidos no fue pastor?
FA: No,
pues como le digo, no habían pastores; todos se consideraban líderes, entre
ellos, algunos sobresalían, ya que podían hablar mejor y tenían palabras para
el mensaje, pero no había ningún reconocimiento como pastor.
EB: La
revista de la Luz Apostólica ¿Quién se la proporcionó?
FA: Me
la dio un sastre de Loma Chata, pero parece que él escribió a Estados Unidos y
a Chico Sánchez se las mandaron; éste las repartió. En la revista había fotos
de los bautizos que hacían en los ríos, también se veía como las iglesias
estaban organizadas con pastores Quizá un poco cansado el Hno. Arbizú espera a
que unos hermanos reparen un tramo de la calle, para que pase el vehículo que los
conducirá al Cantón El Coyolito, en
Cha-latenango.y misioneros, eso despertó la inquietud de darle a la obra esa
misma orientación. Once años atrás de que yo ingresará había entrado un
misionero de Canadá, Federico Mebius, nos hicimos amigos. Cuando él pasó por
Estados Unidos, sintió el llamado de venir a estos lugares, no lo envió ninguna
misión; en ese tiempo los misioneros salían por cuenta propia.
Él no
podía mucho el español, solo unas poquitas palabras como Aleluya, Gloria a
Dios, sal-taba, brincaba y oraba, cuando él gritaba de alegría ¡Aleluya! o
¡Gloria a Dios! los hermanos recibían la promesa del Espíritu Santo. Cuando
vino aquí estaba bastante joven y soltero.
EB:
¿Alguien le sugirió, que viajara a Estados Unidos, o nació de usted?
FA:
Bueno, cuando vi las fotos me emocioné y el misionero Mebius me dijo: Mire así
se tra-baja en aquellos países. Nosotros aquí no estamos haciendo nada. Allá
hay organización; entonces le dije que sería conveniente ir a ver como ellos trabajaban. Fue así como nació la idea de
viajar y tomar los mismos métodos, prácticamente no teníamos orientación. El
hermano Mebius me animó para que fuéramos, hasta me dio una carta para que
hablara con el Hno. Henry C. Ball, quien era el Superintendente de las
Asambleas de Dios en América Latina, pero el hermano sólo me entusiasmó y no me
ayudó económicamente. Para realizar mi viaje tuve que vender un tallercito de
zapatería en el cual laboraban unos 20 operarios.
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